He empezado esta noche, desde que acabaron todos los partidos de los play-off de la NBA, a pensar cómo debía enfocar esta entrada, porque, sin querer herir sensibilidades; es un tema que se me antoja fundamental por lo visto y vivido en los países de dónde provienen estos hechos, que, en unos casos se pueden calificar como costumbre y en otros casos, es simple y llanamente una imposición.
En este caso, la verdad es que sólo encuentro razones para que aquí, en España, adoptemos la postura que, con más sentido común se ha adoptado en Francia. La diferencia es que Francia es un estado laico, lo que significa que, en el ámbito de lo público, la religión debe quedar excluida y la exhibición pública de símbolos religiosos (en escuelas, hospitales, etc.) está totalmente prohibida. Sin embargo, España es un estado aconfesional, lo que supone que el Estado no asume como propia ninguna confesión religiosa; pero no es hostil a manifestaciones religiosas, que suelen ser las de la religión mayoritaria o de mayor tradición e implantación. Lo que ocurre es que, sin cambiar la orientación del estado, si sale adelante el nuevo anteproyecto de Ley de Libertad Religiosa propuesto por el PSOE, en España no existirán ni crucifijos ni ningún otro símbolo religioso en los espacios públicos, pero, sin embargo, sí que se permitirá el uso del hiyab. Lo que no deja de ser una curiosa contradicción.
Este tema ha vuelto a la actualidad hace unos días en que una joven española, aunque de origen marroquí, y de religión musulmana, Najwa Mahla, decidió hace unos dos meses usar el hiyab. Pero en el Instituto donde cursaba sus estudios, no está permitido por el reglamento de régimen interno, que establece que en el interior del edificio no se permitirá el uso de gorras ni de ninguna otra prenda que cubra la cabeza. La niña se empecina en llevarlo y el Instituto se ve obligado finalmente a apartarla de clase, después de haber convocado al Consejo Escolar, que se reafirma en la validez de las normas del centro. La mayoría de los alumnos y del Consejo Escolar no han estado nunca de acuerdo con el pulso que la niña ha mantenido con el Instituto, a pesar de que unas pocas alumnas se pusieran hiyab, o capuchas tapándose la cabeza, para apoyarla y solidarizarse con ella.
Mi opinión personal es que no se debe permitir el uso del hiyab en ningún centro público español por las siguientes razones:
– Creo que es de justicia que los inmigrantes se adapten a las normas y a las costumbres del país de acogida. Un multiculturalismo mal entendido podría aprobar el uso del hiyab en la escuela, pero ese multiculturalismo llevado a su extremo, daría cabida a situaciones absolutamente inaceptables y repugnantes en nuestro contexto, como la poligamia o la ablación del clítoris, por ejemplo. Además, en muchos casos (me viene a la mente Turquía en los últimos 20 años), el uso del hiyab se ha concebido como un símbolo de oposición a las costumbres occidentales. Y también por una cuestión de justa reciprocidad. En los países islámicos no se habría planteado ningún debate, cualquier mujer de cualquier religión, y de cualquier edad o condición, que no lleva el pañuelo sobre la cabeza, automáticamente se transforma en una cuestión de orden público que puede terminar en la cárcel.
– El hiyab es una señal de discriminación contra la mujer. Como ejemplo, un botón: el caso de Irán, que ha hecho del uso obligatorio del hiyab el símbolo del Islam más radical. Y es discriminatorio porque sólo afecta a las mujeres y se utiliza para denotar su sumisión. Los hombres musulmanes pueden y de hecho, en la mayoría de los casos así es, no utilizar nada sobre su cabeza; no denotan sumisión a nada ni a nadie.
– Y, finalmente; si vamos en la dirección de un Estado laico, dónde no se admite ningún símbolo religioso (dirección en la que parece ir el anteproyecto de Ley de Libertad Religiosa redactado por el PSOE), no tiene sentido quitar o prohibir los símbolos religiosos cristianos y permitir los símbolos de otras religiones. La propia Najwa Mahla ha afirmado lo que simboliza en términos religiosos el hiyab: llevar «hiyab» es «un acto de sumisión» a Dios y pase lo que pase, «seguiré llevándolo».
Por tanto, mi postura es clara, no a la utilización del hiyab; porque no debemos arroparnos en una actitud totalmente ingenua ante la libertad religiosa para favorecer la implantación de otros valores culturales y de otros sistemas de vida. Es por todo ello que nuestros valores culturales deben ser defendidos claramente. Gracias a ellos vivimos en sociedades libres, dónde mujeres y hombres tienen los mismos derechos. Y porque, históricamente, y por desgracia para ellos, no ha habido ningún estado en el mundo moderno en el que el Islam haya generado una sociedad medianamente próspera o medianamente libre. Es por eso por lo que tenemos que defender y conservar radicalmente nuestros valores si queremos tener la oportunidad de seguir siendo como somos.