Hoy, 30 de septiembre, se celebra en el País Vasco el Día del Partido o Alderdi Eguna en vasco (aquí en Granada celebramos el día de la Virgen de las Angustias; más importante, aunque no con la misma trascendencia). Es el domingo de septiembre más cercano al día de San Miguel, patrón del propio PNV.
El partido lógicamente es el PNV; y este año la romería y la fiesta en las campas de Foronda se realizan bajo la sombra de las declaraciones de Ibarretxe de convocar una consulta popular en octubre del año 2008. Y también bajo la sombra muy alargada, aunque nadie lo reconozca, de la dimisión de Josu Jon Imaz.
Cuanto más pienso en sus declaraciones, creo que es muy probable que el lehendakari coseche otro fracaso en ésta anunciada consulta (el primero lo recogió cuando llevó su famoso plan al Congreso de los Diputados). Sería el último, en su languideciente carrera política que ya llega al final; y que, dicho sea de paso, ha dejado mucho que desear en cuanto a consecuciones económicas o sociales para los vascos. Y consecuciones políticas ni se conocen, a la espera del resultado de la tan cacareada consulta del 2.008.
Y hoy la fractura en el PNV se ha hecho evidente en los discursos de Ibarretxe e Imaz, aunque posaran abrazados para salir en la foto. El lehendakari ha centrado su intervención en el referéndum del año que viene. Pero, sin embargo, el presidente del PNV, Imaz, no ha hecho ni una sola referencia a la consulta en su despedida.
Por mucho que hoy haya salido Zapatero al paso de esa convocatoria con su palabrería hueca, diciendo que Ibarretxe «se equivoca de país, de continente y de siglo», lo que percibe la sociedad española es que el PNV; aunque los chicos de Rubalcaba se esfuercen en darnos bálsamo, sigue inoculando viruela en la vida política española.
Y lo peor es que el que empezó la epidemia fué el PSOE, con Zapatero a la cabeza. Porque, por mucho que nos expliquen, los que han convocado referéndums ilegales fueron llevados al Congreso de la mano de ZP y los que queman fotos de los reyes o pretenden proclamar la Tercera República; no son sino aliados suyos, socios, o incluso sus propios concejales.